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             OASIS DE MATILLA


    De un Mayorazgo de Extremadura, heredó Matilla su auténtico nombre.

    La serranía donde se enclava Matilla es arisca, poco menos que salvaje; pero siempre vivaz luciendo un lozano y luminoso paisaje agreste y es aún mayor su esplendor al ponerse su traje de color cuando llega el día de su Patrono: San Antonio. El 13 de Junio es una fecha que llena de emoción a los pobladores de Matilla 
     La llamaban Sultana del Oasis, Perla del Desierto y creemos que tenían razón porque Matilla es y sigue siendo historia y leyenda en el acontecer del tiempo. Y fue algo más, cuerpo y alma del dilatado Imperio quechua.
    Los rudos conquistadores levantaron en Matilla, la Iglesia de los siglos, hoy monumento nacional, y dejaron también en ella la simiente que debía crear una gran familia. En el año 1614 ya se llamaba "el pueblo de los Caballeros" y vivían en sus solares familias españolas; como el último Marqués de Matilla, Don Mariano Abel Loayza y cuyos descendientes vivieron muchos años en su casa solariega; luego Don Alfonso Cudegardo y Don Damián Morales Uzabal, creador y titán de la gran empresa de "Los Socavones". Hasta el año 1936 quedaban sus retoños en el pueblo. Don Mariano tejió a su alrededor pintorescas leyendas que los años han borrado.
    Don Gaspar de Loayza fue otro de los patricios de Matilla y él fue quien le salió al paso a los españoles y les pidió que le ayudaran a construir una iglesia. Este templo llenó de admiración a don José Toribio Medina, que allá por el año 1881 visitó Matilla en una misión administrativa que le confió el gobierno chileno;
    Según una tradición fue el Presbítero Don José de Loayza quien fundó a San Antonio de Matilla; otra tradición dice que fue Don Gaspar de Loayza que le dio el nombre de Matilla en recuerdo del Mayorazgo "Matilla de Umbría" en Extremadura y en memoria de su abuelo Don Alfonso de Loayza, fundador de esa heredad.
     
    Viajando a Matilla medio siglo a esta parte, encontraba Ud. lector, a los abuelos matillanos con la anécdota a flor de labio y una de las más sabrosas podría ser ésta: Mariano Morales el "Tío Yure" fue un comerciante de Pica; que tenía relaciones de negocios con algunos matillanos; compraba en Matilla alfajores y juntos con los que se confeccionaban en su pueblo, los iba a vender a oficinas y pueblos pampinos como La Noria, Cocina, Gallinazos, Pintados y otros; pero allá los ofrecía como un producto netamente piqueño… Sabedoras de esto los matillanos, acordaron la expulsión del Tío Yure de sus dominios por su poca honradez comercial; quisieron darle una paliza un día, pero el Tío huyó más ligero… Y él se desquitó diciendo que los matillanos eran unos "romaniados"…

    Autora: María Teresa del Villar
    Revista "En Viaje" Nº 365, año XXXI
    Marzo de 1964, p. 10 y 11
    Santiago, Chile.
     


     
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